lunes, 16 de julio de 2018

BALANCE APRESURADO DE UN MUNDIAL INOLVIDABLE


Rusia fue sede de un mundial extraordinario. Inolvidable. Un torneo del cual podemos extraer algunas conclusiones provisorias, apresuradas, incompletas, seguramente subjetivas, que queremos compartir con nuestros lectores. En primer lugar, reconocer que para los argentinos éste ha sido un torneo que nos ha dejado un sabor amargo en la boca. Junto a Suecia y Corea-Japón, seguramente estamos frente a la más débil presentación albiceleste. Pobre en lo futbolístico, en lo organizativo, en lo institucional. Una verdadera decepción que nos fue contada día a día, hasta el hartazgo, por una prensa hegemónica que en algunos casos llegó a trasponer límites increíbles en materia de praxis periodística. Todos recordamos esos episodios y no hace siquiera falta mencionarlos.
Ahora bien, la copa nos dejó también la sensación de haber presenciado una cantidad inusual de partidos dignos de ser observados. Cada cual con sus herramientas y haciéndose cargo de sus limitaciones. Desde Francia, merecido campeón (aunque para nosotros el mejor equipo fue Bélgica), hasta Uruguay y Egipto, pasando por Rusia o México. En esos encuentros se observó un fútbol exento de mala fe, con muy pocos expulsados, vertical, preciso, directo, asociado, rápido, con un ida y vuelta permanente y una entrega conmovedora, cuyo emblema en esta sentido quizás fue Croacia, que jugó tres alargues antes de disputar la final. O el mismo Uruguay, como siempre serio, consistente, comprometido con el juego. 
Otra conclusión es que en este juego no existen recetas. Francia es el producto de un trabajo a largo plazo, con jugadores jóvenes y fue campeón. Pero Alemania también planteó una renovación y se volvió a casa finalizada la primera ronda. Los croatas llegaron a la final con un equipo experimentado y  nosotros la pasamos muy mal con jugadores maduros. Hubo técnicos exitosos jóvenes, como es el caso de los 4 finalistas. Pero no podemos dejar de admirar al Maestro Tabárez, eterno gran entrenador charrúa o su par ruso, que puso en cancha un conjunto que realizó un mundial digno. Se demostró que es posible jugar con tres defensores, pero también con cuatro, o con cinco. Que es factible pensar en un enganche comprometido con el partido como Hazard, así que no parece del todo responsable afirmar que el puesto ha caído en desuso.

Que hasta los equipos que se sentían más cómodos jugando de contra y cediendo la posesión del balón, cuando lo tenían, lo respetaban. Rusia nos ha dejado la sensación, además, de un quiebre. Un punto de inflexión que pone fin a los lugares comunes. Uno de ellos es "ganar como sea". En el fútbol puede ganar cualquiera. Pero siempre tiene más posibilidades de hacerlo aquel equipo que muestra los atributos que cotizaron en alza en el país más extenso de la tierra.

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