Murió Diego Maradona. El argentino que fue mucho más que el mejor futbolista de todos los tiempos. Tenemos la tentación de repetir, como muchos, que murió el fútbol. Porque nada volverá a ser igual. El jugador maravilloso, carismático, épico se ha ido. No pudo superar la última dificultad a la que su intensa vida lo enfrentara. El cebollita, el Pelusa, el pibe que sacó pecho en todos lados, el que pudo sobreponerse a todos y a todo. El que enfrentó a los poderes establecidos. El que vivió como pudo hacerlo, como nos pasa a todos los mortales. El que siempre estuvo del lado de los más débiles, el del gol a los ingleses (en realidad, de esos dos goles inolvidables), el personaje eterno nos dejó.
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